El encabezado de mi anterior blog decía que no les había escrito, porque aunque figura con fecha 03 de agosto, lo subí recién el miércoles pasado. Eso para aclararles la primera parte.
Pasando a otro punto, me voy a hacer, por primera vez, los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, con duración de 4 días (es la duración más breve, para principiantes, hay de 8 días, de dos semanas y hasta un mes, creo), buscando pistas para las múltiples interrogantes que andan dando vueltas en mi loca cabeza, algunas de las cuales han salido en este blog, pero por sobre todo, recuperar el tiempo perdido en mi relación con Dios.
Suena raro, ya lo sé, hablar de ejercicios espirituales, uno el ejercicio lo asocia a lo físico, pero San Ignacio pensaba que también se podía ejercitar la oración y el espíritu, y usar aquella como herramienta no solo para comunicarse con Dios, sino que para entender los signos de su presencia, apreciar lo que me produce consolación y desolación (mociones), y a partir de ellos, tomar las decisiones (con el ejercicio del discernimiento) que nos permitan hacer todo para mayor gloria de Dios. Bonito, no.
Bueno, en semejante empresa me he embarcado, esperando volver no con las cosas resueltas, sino con pistas y líneas para discernir que quiero para mi vida, en consonancia con lo que el Señor quiere para ella. Ojalá que me sirva. Ahí les cuento como volví.
Chaíto
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