lunes, enero 22, 2007

Volver...

De regreso a la dimensión de la normalidad después de haber estado errando por mundos imposibles (no estoy seguro de haber vuelto plenamente), aunque previa visita al psiquiatra (esperemos que sea debut y despedida), he aquí algunos comentarios a algunas de las "cosiacas" que están sucediendo en la larga y angosta faja de tierra y sus alrededores.

1.- Atrasantiago: El ya famoso plan de transporte público se acerca a pasos agigantados y la verdad todavía no cacho cómo cresta voy a hacerlo para ir a aquellos lugares en los que el Metro no me sirve. El mapita que salió en la prensa es francamente una huevada, por el tamaño y porque no se entiende, las operadoras del call center instalado para contestar dudas tienen tan poca idea que terminan preguntándole a uno, porque si no, no se explica que a la periodista de TVN que se hizo pasar por chilota recién llegada a Santiago, le hayan contestado que mejor le preguntara a la supuesta tía donde vivía que le explicara donde tomar la micro. ¡Sencillamente impresentable!. Y seguimos, la página web no entrega tantas alternativas de viaje, y nos tenemos que mamar a Zamorano diciéndonos: Los primeros días sal más temprano y planifica tu viaje. Saaah...

Lo peor de todo es que el famoso Transantiago ha tenido virtualmente en estado de emergencia a la capital, con calles cortadas, arreglos de "eventos", cambios de señalética (anuncio incluido del Director del SERVIU Metropolitano, Ricardo Trincado, de que hay arreglos como para diez años más) y más encima el ya colapsado ferrocarril subterráneo tendrá que recibir aún más "ganado", por lo que ya se están implementando "semáforos humanos" en estaciones como Los Héroes, en que, si se duplica la cantidad de gente actual, las columnas y filas van a llegar al mismo andén de la Línea 2. Sí, la escena es tragicómica, pero yo me la imagino.

Otro muerto más que las anteriores administraciones le dejaron a Michelle y sus boys, en particular, al ministro Espejo, al cual me imagino con unas cuatrocientas cajas de Armonyl y abundantes remedios contra la cefalea, porque a cada día que pasa le salen con que algo falta, que no van a funcionar los validadores de la tarjeta Bip (otro cuento aparte, porque por primera vez los chilenos no lo están dejando para el último), que no hay micros suficientes, en fin, denle vacaciones a ese pobre tipo y a nosotros una estampita de San Expedito o algún otro para encomendarnos.

2.- El secuestro de Ignacio: La verdad sea dicha, no me quiero referir al hecho mismo del plagio, de por sí condenable, más si se trata de un niño, y además insulino dependiente, sino a la actitud de los abogados defensores de las hermanastras Bastías. Me parece, y hablo como abogado, como cristiano y como ser humano, y en referencia al ejercicio profesional en el área penal, que existen límites a la loable labor de defender a personas, sea desde la posición del acusado como del acusador. El fin, creo, no justifica los medios y en este caso, tampoco dignifica la profesión que se ha elegido.

No se puede, en el afán de conseguir menores penalidades, exculpaciones por la vía de los problemas mentales o del estado de necesidad (inexistente tratándose de esta clase de delitos) o improbables declaraciones judiciales de inocencia, señalar barbaridades como que no se trató de un secuestro (se llevan a un menor por medio de engaños, lo retienen, solicitan rescate por él e incluso lo obtienen) sino de amenazas o impulsar a las defendidas a echarse la culpa unas a otras, o alegar problemas de depresión o de dinero (Isabel Bastías vive en una casa de UF 3000 y es empresaria de radio taxis) para tratar de crear la ilusión de que estamos frente a personas desesperadas y que el secuestro fue realizado sin ningún grado de concierto o preparación previa.

No es mi manera de hacer las cosas. Cuando uno defiende a alguien a veces se debe enfrentar a la realidad que el defendido sólo puede acceder a una rebaja de pena y no a una exculpación total, o que no fue capaz de demostrar plenamente la culpabilidad de una persona, y asumir que no siempre se puede ganar, o que vencer en un litigio muchas veces significa obtener la condena más justa, aunque no sea la querida por uno. No digo con ello que uno no deba trazar estrategias a seguir en un juicio, porque hay que plantearse escenarios posibles, modos de actuar, en fin, coordinar una serie de situaciones, conseguir testigos que puedan favorecer nuestra posición, etc., pero existen extremos a los que no se puede ni debe llegar.

A mi humilde modo de ver, el actuar ético es fundamental en el ejercicio de una profesión, cualquiera sea ésta. Ir con la verdad por delante y con transparencia es el presupuesto mínimo para ejercer dignamente, sin buscar artimañas ni resquicios fatuos, y siempre dando el mejor esfuerzo, sin pretender pasar por encima de los demás y sus derechos, es una exigencia evangélica que debiera guiar a todo aquel que dice identificarse con la fe de Cristo y también a los hombres de buena voluntad.

En fin, espero seguir mañana con otro temita que me tiene en ascuas: el proyecto que busca reponer el aborto terapéutico en Chile.
Chaíto.