Si somos americanos, somos hermanos, señores. Esto según el señor Rolando Alarcón, gran músico chileno que, como muchos de los grupos o cantantes de la época de la Nueva Canción Chilena (léase Inti, Illapu, Quila, Manns, etc.), se caracterizaba por un gran cariño al resto de los pueblos de nuestra América morena y coincidentemente, pertenecía políticamente a la izquierda.
Sintiendo cercanía con las posiciones de centro izquierda, gustándome varios de los artistas mencionados, y creyendo que debemos insertarnos adecuadamente como país en el continente en que nos toca vivir, como primera prioridad de política exterior, no concuerdo con los "miles" de chilenos, curiosamente todos de la "izquierda alternativa", que quieren, así no más, mar para Bolivia, como sí las cosas fueran tan simples como darles un pedacito de lo que a nosotros nos sobra, como alguna vez una amiga deslizó, mientras esgrimía una petición en tal sentido, que quería que firmase, cosa que, por cierto, no hice.
Primero, porque no nos sobra. Segundo, porque hablar de hermanos americanos y aún más, como lo hacen nuestros aborígenes, de hermanos indígenas, es absurdo. ¿O a nuestros compatriotas parte de los pueblos originarios se les olvida que los quechuas, en el apogeo del imperio inca, intentaron imponerles por la fuerza su dominio y cultura, tal como reclaman lo hicieron primero los españoles y luego los huincas (cosa por demás verídica)? Además, no nos ven como hermanos, sino como enemigos, sobre todo los peruanos, por el tema minero y portuario - comercial (Valparaíso y San Antonio versus El Callao), amén de las rencillas históricas. Tercero, porque la solución económica para Bolivia no pasa por una caleta o puerto soberano, sino por cambios de mentalidad y aceptación de la actual realidad. Cuarto, porque no es tan simple como darles un territorio, hay que hacer un estudio acabado de qué territorio se puede ceder, si se hace por vía de canje y, además, hay que preguntarle a los peruanos, porque ése es el acuerdo existente.
Recién analizando bien en frío, todos estos factores, y otros que probablemente se me quedan en el tintero, podemos conversar, y debemos hacerlo primero, como país, si estamos dispuestos a darle un territorio para salir al mar a Bolivia y si queremos que ésta sea soberana, sin patriotismos trasnochados y exagerados, como los de los parlamentarios de derecha (bueno, entendamos que el senador Larraín, por muy conciliador que sea, siendo presidente de la UDI tiene que dárselas de duro para aglutinar apoyos en la interna) ni exagerados americanismos, ambas posturas que pierden el punto de mira y se centran en mezquinas consideraciones de política tanto interna y externa, pero olvidan lo relevante.
Creo que hay que tratar el tema, hay que sincerar las posturas y discutir en un marco de tolerancia con el gobierno boliviano, y muy posiblemente lleguemos a que hay que cederle o canjearle territorio a Bolivia, pero planteemos las cosas en serio.
Al margen, ando serio. Otro día les cuento cosas más entretenidas, pero hoy día tenía ganas de hablar de esto. Chaíto.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
Claro que este es un tema serio. Era que no.
Y, eriamente, el norte de nuestro país técnicamente es chileno, pero basta recorrer de la segunda región hacia arriba para percatarse de que los lugareños sienten una mayor afinidad con la idiosincracia peruana o boliviana antes que con la de los residentes en la zona centro sur de nuestro chilito.
Es que "ganamos" ese territorio peleando, pero no podemos obligar al Norte Grande de nuestro país a identificarse con quienes decidieron conseguir el terruño como trofeo.
Insisto... a mí me enseñaron de chiquitita que "a la fuerza no es cariño". Creo que para dilucidar el tema en serio, habría que realizar una especie de plebiscito preguntándole a la gente de la Primera y la Segunda regiones qué opinan sobre esto de darle mar a Bolivia... A mí no me incomoda, pero tal vez a los familiares de quienes murieron en la famosa guerra aquella, claro que les duele.
Publicar un comentario