La verdad sea dicha, este post se debió haber escrito hace unos días atrás, pero nunca es tarde.
No sé si a otras personas les pasa lo que me sucede a mi señora y a mí, pero nosotros tenemos un montón de historias vinculadas a ese día, de las buenas y de las otras. Partamos por las malas: nuestras abuelas maternas fallecieron ese día, la mía, la Mamita Julia, hace cuatro años, y la de la Claudia, la abuelita Chana, hace 21. Siguiendo con el día aquel, una pareja de amigos se casó por la Iglesia en esa fecha, después de unos cuantos años solamente casados por el civil. Para seguir con las coincidencias, una de mis tías está de cumpleaños el mismo dichoso día.
Finalmente, y en la más maravillosa de las varias conmemoraciones que llenan el 18 de octubre, hace seis años, como a las 22:00, me es díficil precisar la hora, mi señora y yo nos pusimos a pololear, y desde entonces estamos juntos, lo cual marca el inicio de nuestra historia de amor, de nuestra familia y de toda una serie de sucesos hermosos coronados con la llegada de nuestro Nachito.
Pese a todos los problemas, las discusiones muchas veces subidas de tono, las enfermedades, los fallecimientos de seres queridos, recordar ese día 18 de octubre de 2000, así como los días previos a esa fecha, que también están cargados de emociones, de recuerdos graciosos y también muy lindos, me hace pensar que las decisiones tomadas en ese minuto fueron las correctas, que fue Dios quien nos colocó a caminar juntos la misma senda y con Él acompañándonos, cuidándonos, y colmándonos de infinitas bendiciones. Por eso, aunque por supuesto celebro la fecha de nuestro matrimonio, le tengo un aprecio especial a esa fecha, que siento como el verdadero inicio de lo que es hoy mi familia, en un minuto de mi vida en que ni siquiera esperaba verme como estoy ahora.
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