sábado, septiembre 02, 2006

Incentivos...

En principio, que a uno le paguen más por hacer un mayor y mejor esfuerzo laboral, para mejorar la productividad o con la finalidad de estimular a una persona o grupo en pos de la concreción de un objetivo no parece tener nada de malo o reprochable. Así, como ejemplo tenemos las gratificaciones establecidas en la ley laboral, o el bono por desempeño para los profesores, o, entrando a lo que nos ocupa, pagar un monto extra por ganar el partido que nos salva del descenso o fijar un premio mayor por ser campeón o clasificar a un torneo internacional, o por ganar medallas, con un mayor valor si se trata de oro, plata o bronce.

Así, el problema de los incentivos en el fútbol no está en si se pagaban para perder o ganar, el problema radica en que existe una vulneración de la fe pública, de la confianza de los hinchas en los jugadores que defienden sus colores y además, se trata de ayudar a Dios sabe que sujetos que lucran con un negocio de apuestas ilegales, que eluden la ley, no pagan impuestos y, muy probablemente, en atención a los montos de dinero que se manejan, ligados a otras situaciones de índole delictual, en particular al tráfico de drogas o armas, tomando en consideración que se habla de la mafia rusa.

Algunos dicen, con algo de razón, que da lo mismo que les paguen por ganar, si con lo malos que son algunos equipos pierden igual. Eso no me parece que sea lo relevante. Lo realmente importante es constatar que Chile, un país pequeño, con un fútbol estancado, mediocre y en la ruina económica, pueda generar atracción para los apostadores ilegales, y además que haya gente que ha vivido del fútbol o le ha dedicado parte de su tiempo en facetas fuera de la cancha, se preste para sumirlo aún más en el descrédito y la ruina. Parece ser que cada vez es más cierto el refrán popular que indica "Poderoso caballero es Don dinero".

Ojalá que la investigación tanto interna de la ANFP como la del Ministerio Público lleguen a resultados concretos y aclaratorios, para intentar desterrar este mal, que si no, pronto comenzará a corromper otras estructuras, o va a terminar por conseguir su objetivo.
Chaíto.

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