viernes, abril 13, 2007

Con diccionario en mano...

Este post surge a propósito de la iniciativa impulsada por la Escuela de Escritores en España, denominada "Adopta una palabra" y seguida en Chile por Coloma y Nelson Ávila, a fin de salvar palabras de la lengua castellana consideradas en peligro de extinción, consistente en apadrinar vocablos y comprometerse a usarlos a lo menos tres veces en el año, de manera pública, incorporándolas en sus comunicados y discursos, para que no se pierdan con el paso del tiempo.

Interesante iniciativa, sobre todo para Chile, un país reconocido por su mal uso del idioma y en que el vocabulario usado en el cotidiano es reducidísimo, tomando en cuenta que nuestra lengua tiene cerca de 150.000 términos y con certeza, dado el abuso que hacemos de muletillas y garabatos, como "la custión", "la esta", "esteee..." y nuestro clásico " ...on", además de las abreviaciones para enviar mensajes de texto o chatear, el bajo índice lector de la población, etc., no utilizamos ni con mucho un 10% de ese total, perdiéndose con ello, términos de una gran riqueza etimológica, de gran sonoridad y belleza, que a ratos parecen sólo propios de la poesía más culta.

Imposible olvidar las clases de Castellano (hoy Lenguaje y Comunicación), cuando el profesor nos hacía practicar término excluido para la extinta P.A.A., con términos como escaldado (quemado con agua caliente) o los múltiples sinónimos para flaco, aparte del obvio delgado, tales como esmirriado, enteco o famélico (homenaje a mi amigo Tito). O los dictados del hermano Sergio con oraciones como "Huelga decir que las hormigas son muy trabajadoras", descubriendo que "huelga" significa también "está de más". O al profesor Náquira de la cátedra de Derecho Penal en la Católica, que por cada término relevante usado en clase, usaba tres, cuatro y hasta cinco sinónimos, ayudando a ampliar el vocabulario de sus alumnos, muchas veces tan inope.

Es inevitable que se abandonen palabras, ya por el desuso lógico derivado del paso del tiempo y los cambios sociales de toda índole, así como por la ya famosa globalización, que ha ido estrechando las fronteras, incluso idiomáticas, particularmente por el uso masivo del inglés, que ha traspasado e infiltrado nuestras barreras, extranjerizando poco a poco nuestra lengua madre, a la que impúdica e indefectiblemente vamos dejando de lado.

Pero hay esperanzas; para el que quiera cultivarse, le recomiendo lea el blog mallenchu.blogspot.com, donde mi comadre, periodista, escritora y bruji Mallén, le da un amplio y favorable uso a la palabra, a través de su poesía y sus crónicas, con diccionario en mano, eso sí.

Otras sugerencias: leer mucho, aunque sea el diario; usar más palabras, aunque los critiquen por cursis o elevados, y usar el diccionario cuando no entiendan algo, y quieran conocer su significado.

Para despedirme, yo apadrino "esperpento", en particular en su tercera acepción (persona o cosa notable por su fealdad, desaliño o mala traza) y coloquio, en su primera acepción (conversación entre dos o más personas). Elija la suya, si quiere.

Chaíto.











1 comentario:

Mallén dijo...

Compadre querido...
Como tiendo a ser bastante ávida si de lenguaje se trata, no puedo sino matricularme con algunas palabrillas y palabrotas que son de mi especial predilección. Y, como son tantas las que andan en deshuso, me atrevo a armar un ramillete de docena.
La palabra "compromiso" es esperanzadora por naturaleza, porque tiene encerrada una promesa en su interior; me encanta fonéticamente la palabra "ignominia", pese a su significado; "fanfarronería" me hace cosquillas en el tímpano, igual que "adefesio", "congoja" y "melancolía"; el término "piedad" me conecta indefectiblemente con el Padre, así que es me resultaría difícil obviarla; otra palabra que me encanta, aunque cada vez se utiliza menos en términos prácticos es "cordura" (ojo, no confundir con gordura, que se lleva mucho nutricionalmente hablando en la contemporaneidad); debe ser una de las más apadrinadas, pero "paz" es insoslayable si se trata de vibras verbales; el término "rival" me agrada por su origen (el que vive al otro lado del río); finalmente, dos términos absolutamente perdidos en el tiempo y el espacio... "plectro", equivalente a la inspiración entragada divinamente por las musas, y "bardo", el que se beneficia con este don (más conocido como juglar, vate o poeta).
Sin duda hay mil más... se me queda afuera anacronía, simposio, cabalidad y tantas otras!!!!!
No puedo, compadre querido. No me limites a una sola. Es más fuerte que yo.