Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que nos encontramos y entre medio, partió el Transantiago con sus pros y contras, comenzó el Festival de Viña, el gobierno va a comprar condones para todos, y se acerca el temido marzo. Respecto a todo esto, la palabra clave que me surge espontánea es "transparencia".
En primer lugar, para reconocer los errores que se han cometido en la implementación del plan de transporte, cualidad que, desde mi punto de vista, se ha notado por parte del gobierno, representado en el ministro Espejo, y por algunos de los operadores, en particular Sonda, empresa encargada de proveer el software para implementar el cobro mediante la famosísima "Tarjeta Bip", no así de los usuarios, que no reconocen abiertamente que, en su inmensa mayoría, sufre del mal conocido como "Comodidad citadina crónica", que le impide caminar más de dos cuadras a tomar locomoción, porque es lejos (me gustaría verlos en provincias, en que para acceder a cualquier micro hay que acercarse a las calles principales, y no nos pasan a buscar por la esquina de la casa) y que no quisieron informarse por puro gusto y gana, porque, a modo de ejemplo, cuando apareció en el Metro la tarjeta Multivía se indicó que la idea era poder usarla también para pagar en microbuses más adelante. Lo que pasa es que la gente pretendía que fueran casa por casa diciéndole como iba a ser la cosa, es decir, aplicando a rajatabla la ley del mínimo esfuerzo.
Siguiendo con la transparencia, la señora Bolocco debería reconocer que anda en afanes de reposicionarse a nivel televisivo, porque si no, no se entiende todo este destape que partió con la promoción de "Fama" y sucesivos escotes, para culminar con lo que alguien definió como "vestido del Passapoga", refiriéndose al modelito de Rubén Campos que lució en la gala festivalera, el cual, digámoslo con toda honestidad, se le veía estupendo, pero parecía poco ad hoc y además claramente usado con el afán de opacar a las demás mujeres presente y principalmente a la animadora del Festival, igual como si una invitada fuera de blanco a un matrimonio.
Asimismo, los consortes Dueñas - Olivarí, de quienes no dudo tengan una crisis matrimonial, usaron en exceso esta transparencia, haciendo uso y abuso de la cobertura mediática, seguramente para subirle los bonos a la mal llamada "showoman" chilena (qué falta de respeto para Maitén Montenegro y Gloria Benavides, reales exponentes de dicho género en Chile), en busca de un buen contrato. Para rematarla, la Marlencita usó el burdo recurso de dejar al descubierto parte de su abundante (y no reconocidamente mejorada artificialmente) anatomía, como para hacer olvidar el numerito de la conferencia de prensa del jurado internacional y de la reconcialiación en vivo y en directo (bueno, es parte de la rutina de ellos, recuérdese el casamiento trasmitido por Mega).
Finalmente, se necesita transparencia para reconocer que marzo nos carga y nos "caga" la psiquis, con sus gastos variopintos y que extenúan al máximo nuestras billeteras y cuentas corrientes, el volver a la rutina del trabajo y el colegio, enfrentarse a la ciudad de Santiago, al nuevo escenario de transporte urbano, incluyendo un Metro lleno a tope, en fin, con todo eso que lo hace tan indeseable, bueno, eso para el común de la gente, porque en mi caso, es un mes maravilloso pues está de cumpleaños mi hijito (su primer año), cumplo cinco años de feliz matrimonio, comienza mi estación favorita, el otoño y los once de marzo nos recuerdan la vuelta a la democracia.
Chaíto y nos vemos.